Como es bien sabido, Alcalá fue lugar de asentamiento del
pueblo romano, dando testimonio de ello los numerosos vestigios que podemos
encontrar entre nuestros parajes. En nuestra zona, como en el resto del
territorio de dominación romana, se dio una tendencia patricia de huida al
campo debido a la presión fiscal que padecían éstos en las urbes, lo cual
desencadenó en una prospera creación de villas lujosas a lo largo de la zona
rural.

Sin embargo, no quedan muchas de esas ostentosas villas y
las que aún se conservan están en un estado de conservación pésimo. ¿A
qué es debido? Cualquiera podría pensar que se debe a la antigüedad de las
mismas, o a la acción destructiva de las numerosas batallas acontecidas en esta
zona. No obstante, las torres vigías, los acueductos de la época aún se
conservan, y son tanto o incluso más longevos, y han padecido tanto o incluso
más las batallas habidas. Entonces, ¿por qué no se conservan
éstas? La respuesta podría ser muy sencilla, y es a la que denomino: “La regla de los Grandes Cortijos”.
Comenzaremos esta exposición con otra pregunta: ¿Qué es una
villa romana? Según la Wikipedia la definición sería: “(en latín villa, plural
villæ -"casa de campo, granja"-, vocablo relacionado con vicus
-"pueblo, grupo de casas"-, ambos derivados de la raíz indoeuropea
weik sla -"clan"-) originalmente era una vivienda rural cuyas
edificaciones formaban el centro de una propiedad agraria en la Roma Antigua”.
En definitiva, era un cortijo en época romana, y punto. Pues bien, la causa de
que no se conserve gran cantidad de éstas, o las que se conservan lo estén en un estado nefasto es que los (llamémoslos así) grandes cortijos de hoy están
construidos sobre, junto o a base de una villa anterior. ¡Ojo! Que no estamos
hablando de expolios ni nada parecido, estamos hablando de algo heredado y
modificado por las distintas culturas de forma progresiva.
Las causas de que estas villas sigan habitadas en nuestros
días son muy lógicas, y cada pueblo actuó en coherencia a ellas. Los motivos
serían los siguientes:
a) Las buenas
tierras. Las diferentes culturas que han ido asentándose en nuestras tierras
las han usado para la siembra, y como sería de esperar, usarían las mejores
vegas o lugares con abundante agua para ello. Así que si una tierra era buena antaño, lo es a posteriori,
así que cada nueva población usaría las tierras más idóneas para la
agricultura, y éstas eran las mismas que las de sus antecesores.
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Castillo tras la retirada francesa |
b)
La materia prima. La construcción de una villa era un
trabajo arduo donde se usaba mucho la piedra como material. Era un trabajo duro
y largo, a la par que costoso. Debían buscar, extraer, picar, tallar y
transportar grandes cantidades de este bien. Entonces, ¿para qué llevar a cabo
ese duro trabajo si ya tienes gran parte del material allí? Lo más lógico ha
sido siempre a lo largo de la historia la reutilización de los materiales. Así,
por ejemplo, en nuestro castillo de origen árabe podemos encontrar sillares o
lápidas romanas entre sus muros. Y en el Beaterio o en viviendas de la Plaza
Alta se encuentran piedras, incluso talladas, procedentes del Castillo. Siempre
se ha achacado la destrucción del castillo a los franceses, y cierto fue, pero
no toda la destrucción habida fue por ellos, también se usaron materiales del
castillo, y no solo los derruidos, para la construcción de viviendas. En ese
sentido hay pruebas fotográficas posteriores a la retirada francesa. Otros
ejemplos de este tipo de actos son la utilización de la muralla de la antigua
villa como partes de viviendas, algo que también aconteció con las antiguas
iglesias desaparecidas en Alcalá o la aparición de una piedra tallada en unas
obras de cimentación de una casa en la calle Miguel Tizón con la inscripción “L.
Aemili… Miceni… Ma…”. Y es algo lógico, es un material gravoso de conseguir y no
todas las culturas ni en todas las épocas se ha tenido apego a lo arqueológico,
sino que era una cuestión de supervivencia.
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Muralla de Alcalá adosada a vivienda |
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Muralla de Alcalá adosada a vivienda |
c)
Los traspasos. Los diversos pueblos adquirían éstas
villas ya fuera de forma pacífica o bélica. No todas las sucesiones de estas
villas fueron de forma armada, es más, muchas lo fueron de forma pacífica, si
bien, también hubo destrucciones de éstas, en cuyo caso se usaba el material
derruido para la reconstrucción posterior. Cada propietario, ya lo fuera por la
fuerza, por herencia, compra-venta, o cualquier otro título adquiría la villa y
continuaba con su uso agrícola y/o ganadero. Así encontramos cortijos con
restos turdetanos, romanos, visigodos, árabes y modernos entre sus paredes. Un
ejemplo de ello sería los vecinos Cortijo de Gigonza y Torre de la Morita. Las invasiones visigoda y
musulmana no fueron tan drásticas como cabría pensar para parte de la población,
incluso en algunos casos, apoyaron a los nuevos conquistadores. Lo mismo
aconteció con la Reconquista de los cristianos. Los visigodos eran un pueblo
con un gran nivel de romanización, y en la Hispania visigoda la mayoría de la
población era hispanorromana. Durante la ocupación musulmana parte de la
población era mozárabe. Éstos tenían en la sociedad árabe el estatus legal de
dimmíes —que compartían con los judíos—, como "no creyentes" en el
Islam. A efectos prácticos su cultura, organización política y práctica
religiosa eran toleradas, y contaban con cierta cobertura legal. La legislación
islámica protegía a los grupos "ajenos", pero favorecía su
integración en el Islam con medidas de orden muy diverso (económicos, fiscales,
religiosos, etc.). Tras la reconquista, la población cristiana continuó con la
funcionalidad de éstas villas. Fue frecuente la compensación por la
colaboración militar en forma de tierras.
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Gigonza |
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Torre de La Morita |
d) La modernización. Otro factor a tener en cuenta es que
cada una de estas villas con el transcurso de los siglos no solo no han ido
languideciendo sino que se han ido modernizando. Los diversos avances
tecnológicos, necesidades sobrevenidas o incluso cambios estéticos según la
moda del momento han hecho que este tipo de villa se vaya transformando. Así,
por ejemplo, lo que para nosotros hoy día podría suponer una reliquia
arqueológica, al sucesor inmediatamente posterior le resultaría simplemente una obsolescencia.
Si lo analizamos desde una perspectiva puntual y temporal, es frecuente entre
nosotros la destrucción de caserones de los años 50 o 60 por antiguos, sin
embargo, para las generaciones futuras esas mismas construcciones podrían tener
valor histórico, pero no todo se puede mantener, ya que el terreno es un bien
limitado. Hay que reconocer que en algunos casos las villas dejaron de funcionar y debido a lo provechoso de sus tierras con el paso del tiempo se reestableció la actividad agraria o ganadera con la consiguiente nueva construcción.
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Alberca milenaria en desuso |
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Aljibe romano |
e) El status. Poseer una finca de estas características era
síntoma inequívoco de poder económico, social y, a veces incluso militar, más en unas culturas
que en otras, pero llegando a su máxima expresión durante el feudalismo. De ahí
que se hayan mantenido este tipo de haciendas.
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Mazmorra en cortijo |
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Horno |
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Restos de vivienda adosada a la torre de Mesa Esparragal |
Pues bien, una vez expuesta mi teoría, me dispongo a defenderla con datos empíricos. Conocidos cortijos de
nuestro término están construidos a base de villas de épocas pasadas e incluso
usando materiales de antiguos poblados, ermitas y otro tipo de asentamientos
civiles o militares. Así, como ejemplos os podría citar cortijos construidos en
base a antiguas villas como serían El Jautor, Alberite, Rocinejo, Las Cobatillas, Chaparral, los de la Zúa, La Hoya, La Viuda
de Benítez, Vegablanquilla, Pagana, los de la Boca de las Puercas, Fraja, Magaña, y un sin fín de ellos.
Podríamos citar cortijos que se construyeron junto a poblaciones ancestrales
como en Las Correderas o en los alrededores de la Mesa del Esparragal. Este
último yacimiento tuvo construida una vivienda adosada a la mismísima pared de
la torre, como os muestro en la imagen. Otros cortijos pudieron reutilizar el material de asentamientos
militares como el Cortijo Barbate, el Pradillo y las casas en los alrededores
de la Cañada Marchantiega por esa altura de la vía agropecuaria. También encontramos ejemplos de la
reutilización del material de antiguos lugares de paso como mansios, quintas o postas en el Cermeño, El Jautor o Puerto de la Parada.
No quisiera dejar de mencionar la reutilización del material proveniente de antiguas
construcciones eclesiásticas como en las Huertas, La Higuera, Santos Nuevos, El
Jautor, etc. No estoy diciendo que todos ellos estén construidos directamente a partir de las villas y demás construcciones, en algunos casos es así, en otros en un tiempo atrás estuvieron allí y han ido evolucionando hasta llegar a lo que son hoy.
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Ermita mozárabe en El Jautor |
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Ermita de la Higuera |
Esta circunstancia no es más que la adaptación y reutilización
de un bien valioso, como es la piedra y las tierras aledañas. Quizás en nuestro tiempo esas construcciones se valoren más a causa del “boom” de la arqueología, o quizás sea porque actualmente el material de construcción por excelencia es el ladrillo y no nos interesa tanto un sillar romano, o puede que sea causa de la posibilidad de obtener la
materia prima de forma fácil y barata, lo que provoca que valoremos más el trabajo hercúleo que suponía
la realización de aquellas construcciones. En cualquier caso, ya que nuestros
antepasados no tenían otra opción que usarlas debido a la escasez, las que aún
se conservan deberíamos cuidarlas.
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Hormigón romano |
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Villa Romana |
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